viernes, 28 de julio de 2017

TRATAMIENTO

LA PERCEPCIÓN DE LOS MATICES


Ni todo es blanco ni todo es negro. El paciente narcisista es polar en su concepción del mundo, o algo/alguien es magnífico o es una porquería, y esa guerra que mantiene fuera es la misma que sostiene dentro, en lo referente a la percepción de sí mismo. En ese sentido puede decirse que el paciente narcisista tiene un gran parecido con el adolescente, que en plena búsqueda de su identidad viaja entre lo magnífico y lo penoso.
Esta concepción del mundo hace que el narcisista sufra una labilidad emocional que le llevan a cambios bruscos de humor y estados de ánimo. Las expectativas infladas del narcisista lo llevarán a tener que soportar una aguda frustración; un enfado grande debido a su deseo oceánico; “lo quiero todo y lo quiero ya”
Una desilusión realista necesita consuelo, y esto es lo que más falta en su historia temprana, luego su posición grandiosa obedece en gran parte a una capacidad hipo-desarrollada para consolarse a sí mismo.
Durante el proceso terapéutico el narcisista atravesará la experiencia de sufrir la pérdida; el paciente se dará cuenta que el mundo del contacto interpersonal solo se aproximará a aquello que desea en su fantasía y que los padres generosos y perfectos que están siempre ahí cuando se les necesita y ausentes cuando el niño necesita espacio, no son posibles ni siquiera en la infancia; en la vida adulta, aún menos.
Lo imposible ha de ser lamentado y para sanar, el paciente con Trastorno Narcisista de la Personalidad debe reconocer la pérdida,  los límites de lo humano, elaborar el duelo y continuar.
A medida que el paciente narcisista va contactando con su sentir más genuino comienza a tocar con uno de los aspectos más espinosos de su proceso; la frustración. Todo lo que no se ajuste a sus expectativas será un calvario al principio de esta nueva toma de conciencia. La toma de conciencia con su niño interior puede que le resulte gratificante en cuanto a la conquista de su parte más lúdica y creativa. Por otra parte, el mundo emocional de los niños también lo conforman las pataletas, que afloran cuando las cosas no son exactamente como ellos esperan.


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